Palpitaciones.
Pum pum, pum pum.
En mi pecho. En mi cuello.
Dicen que los jugadores de póker se tienen que poner algo en el cuello para disimular las palpitaciones en las venas del cuello cuando están nerviosos para no desvelar su jugada maestra.
No sé si seré una buena o pésima jugadora; no sé si los demás se darían cuenta del bombeo de sangre a mil por hora e in crescendo alrededor de mi garganta, pero en mi cabeza se oía claramente. Además, una ola de calor me golpea desde la nuca hasta las rodillas que se tambalean a través de un escalofrío recorriéndome la médula, por lo que la idea de una bufanda en el cuello queda descartada.
Todo eso para decir cuatro palabras destartaladas, sin orden ni concierto, para parecer la idiota que intento no ser, y para desconcertar a mi cabecita que intenta aclararse (con escasos resultados).
Sí, es esa sensación, La Sensación.
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